La verdad silenciada

 

    En el año 2147, la República de Veritas se había convertido en el modelo perfecto de orden y estabilidad. Las calles eran limpias, los ciudadanos obedientes, y las pantallas omnipresentes repetían sin cesar: “La verdad es paz. La paz es obediencia.”

    La Policía de Veracidad, conocida como Los Custodios, patrullaba no con armas, sino con algoritmos. Su función no era proteger a los ciudadanos, sino proteger la narrativa. Cada conversación, cada pensamiento expresado en voz alta, cada mirada sospechosa era registrada, analizada y, si era necesario, corregida. El Ministerio de Información, dirigido por el carismático y enigmático Ministro Cael, controlaba todos los canales de comunicación. Las noticias no informaban: entretenían. Las tragedias eran convertidas en espectáculos, los escándalos en concursos, y los abusos del poder en actos patrióticos.

    Para mantener a la población distraída, el Estado había creado La Llama, una red de entretenimiento constante: concursos absurdos, dramas falsos, y simulacros de rebelión cuidadosamente coreografiados para dar la ilusión de libertad. Los ciudadanos creían que elegían, pero cada elección estaba predeterminada. Cada emoción, medida. Cada pensamiento, guiado.

    Pero bajo las alcantarillas de la ciudad de Lux, donde las cámaras no llegaban y las señales eran débiles, se reunía El Eco. Un grupo de disidentes que aún recordaban los libros prohibidos, las ideas libres, y la verdad sin filtros. Su líder, una ex historiadora llamada Lys, había descubierto que el pasado había sido reescrito. Que los gobernantes actuales no eran salvadores, sino herederos de una dinastía de manipuladores.

    El Eco no luchaba con armas, sino con información. Hackeaban transmisiones, infiltraban mensajes en los anuncios, y difundían fragmentos de historia real en los juegos del Estado. Cada palabra verdadera era una chispa. Cada chispa, una amenaza.

    Una noche, lograron interrumpir la señal principal de La Llama. Durante 47 segundos, millones de ciudadanos vieron imágenes del pasado: protestas reales, líderes corruptos, ejecuciones encubiertas. Luego, la pantalla se apagó. El silencio fue absoluto.

    Los Custodios respondieron con una purga. Lys fue capturada. Pero antes de ser silenciada, dejó un mensaje oculto en la red: “La verdad no muere. Solo se esconde. Y cuando regresa, arde.”

    Desde entonces, cada vez que una pantalla parpadea, cada vez que una transmisión se interrumpe, los ciudadanos se preguntan: ¿Y si todo lo que sé… es mentira?

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